miércoles, 25 de noviembre de 2015

LA ÍNTIMA RELACIÓN ENTRE LITERATURA Y TECNOLOGÍA

Algunos escritores de ficción se convierten en involuntarios divulgadores de la ciencia. Grandes obras de la literatura universal describen en sus páginas desarrollos tecnológicos de su tiempo y hasta anticipan el futuro.

Todos sabemos lo que es un auto, un teléfono o un avión. Los hemos visto miles de veces y estamos familiarizados con sus características generales. Sin embargo hay otros inventos que alguna vez llegaron al conocimiento popular a través de la literatura, el cine o la ficción en general.
Los escritores, incluso los que escriben fantasía, toman sus ideas del mundo que los rodea. Y ese mundo incluye al mundo de la ciencia. De modo que, a veces, los escritores de ficción se convierten en involuntarios divulgadores de la ciencia, sus hechos y sus personajes. Un buen ejemplo de esto lo tenemos en una de las grandes obras de la literatura universal. 
Mark Twain y las huellas digitales
Las aventuras de Wilson Cabezaloca es una novela corta de Mark Twain. Fue publicada en 1894 pero la acción transcurre algunos años antes, en tiempos de la esclavitud. El protagonista (el Wilson Cabezaloca del título) es un abogado retirado, un poco aventurero y otro poco filósofo, que resuelve un asesinato y un problema de identidad por cambio de bebés mediante huellas digitales.
Las huellas digitales, y su carácter único, se conocen desde la antigüedad clásica. Hay testimonios de su uso en China, Persia y Babilonia. Sin embargo, su estudio sistemático para el desarrollo de un método práctico de identificación es de fines del siglo XIX. Es posible que en esos años mucha gente se enterara de lo que eran las huellas digitales y para qué servían a partir de la lectura de este libro en sus primeras ediciones.
El primer caso registrado de un crimen resuelto mediante el análisis de huellas digitales ocurrió en Necochea en 1892, aplicando el sistema de clasificación del croata-argentino Juan Vucetich. Actualmente, tanto la escuela de policía de la provincia de Buenos Aires como un instituto de investigaciones forenses en Croacia llevan el nombre de Vucetich.
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