Un particular estudio revela que nuestros hábitos tecnológicos, incluso los más breves, insumen recursos energéticos y que acumulados pueden dañar la salud del ecosistema. ¿Cómo reducir este impacto?
El primer caso evaluado refiere a los emails. El informe contempla que enviar un correo de 1 mega a un único destinatario emite 10 gramos de dióxido de carbono. Por supuesto que esta cifra varía según el dispositivo que se utilice y su propia ''conciencia ecológica'' que parte desde el momento mismo de su desarrollo; además de múltiples variantes que juegan su rol específico. Si bien 10 gramos puede ser irrelevante, cuando se multiplica por miles y millones a lo largo de un determinado período de tiempo, las emisiones aumentan considerablemente. En esta línea, Ademe advierte que la contaminación ambiental aumenta cuando el correo incluye adjuntos, cuando se envía a múltiples destinatarios y si alguno de ellos decide imprimir el contenido del mismo en una hoja.
Asimismo, el examen evalúa el impacto de la navegación en Internet. Se contempla que las búsquedas más directas y que almacenar sitios en los favoritos, se convierten en factores que reducen las emisiones. En cuanto al uso de memorias externas, se advierte que si bien las mismas posibilitan contar con información sin necesidad de imprimir, y por tanto reducir el consumo de recursos valiosos como el papel, en muchas ocasiones las empresas entregan estos dispositivos de almacenamiento sin contenido alguno y como forma de publicidad. En consecuencia: contaminación.
Ahora bien; como se ha advertido anteriormente, el impacto de nuestros hábitos tecnológicos en el ecosistema dependerá, en gran medida, del equipo que utilicemos. En este sentido, ¿qué resulta menos nocivo?, ¿un equipo moderno o uno antiguo? Si bien la industria avanza hacia ''fabricaciones verdes'', el estudio advierte que los usuarios que renuevan sus equipos asiduamente incorporan tecnologías más sustentables aunque, al mismo tiempo, incentivan la necesidad de nuevos materiales en la industria.
En conclusión, enviar un email contamina el medio ambiente en la medida que su ciclo de vida supone la utilización de energía eléctrica por parte del emisor y del destinatario; pero su impacto no es mayor a cientos de hábitos cotidianos que también requieren de diversos recursos. En este contexto, se recomienda volcarse hacia los desarrollos que respetan el medio ambiente y de hecho muchas compañías se vuelcan hacia esta tendencia verde.